martes, 26 de junio de 2012

ANTONIO VILAR, PRESBÍTERO DE LIBRILLA.


El escrito de Antonio Rodríguez, mencionando al Conde de Floridablanca y a “El tío Antonete Gálvez” allá por el siglo XIX. Me hace recordar la “valentía”, que aunque diferente se puede definir así, que tuvieron algunos Clérigos, para quejarse de sus superiores, utilizando para ello los llamados medios de información como eran los periódicos.

Fue un Presbítero Librillano, Antonio Vilar, el que al mes de comenzar las publicaciones el “Periódico de la Sociedad Patriótica Constitucional de Murcia”. En agosto de 1820, en un largo escrito, se atreve a quejarse públicamente, no de los fieles como solía ser habitual, sino de lo poco atendida que estaban las parroquias de Librilla y sobre todo Alhama, en cuestión de servidores de ellas (Clérigos), para sus servicios hacia el pueblo y sus pedanías, del trato que hacia ellos se les da, y otras alusiones.

Exponemos su comienzo, y en otro momento desarrollaremos este escrito con más atención.

 -------------- ----------

“El ciudadano Antonio Vilar, Presbítero, a la Sociedad Patriótica de Murcia”

CIUDADANOS:

En cumplimiento del justo deber que me imponen la religión, la humanidad y confianza que me dispensa esa asociación en su oficio de 8 del corriente, diré la verdad: y si alguno se resiente no será porque de mí reciba injuria.

Ciudadanos: Negocio es de mucha importancia el abandono de pasto espiritual que se advierte en los partidos del campo y aun en los pueblos mismos. Yo podré asegurarlo tal vez mejor que otro alguno, porque me he acercado más a oír las justas quejas de los infelices campesinos, por un efecto de mi buen corazón a favor de la religión y de mis semejantes.

Más de una vez me han enternecido sus clamores, que son en substancia como siguen: "¿Qué razón hay para que graviten sobre nosotros, más que sobre otras clases del estado toda especie de impuestos, sin merecer por ello atención alguna, antes sí nos hacen sufrir el más cruel abandono? Pagamos diezmos y primicias y estamos condenados a no oír Misa, si por otra parte no la pagamos. La palabra de Dios no la oímos. Su doctrina Sacro-santa la ignoramos. Las ermitas de nuestros partidos no existieran, sino las reparásemos con parte de nuestro precioso alimento. En nuestras enfermedades y dolencias no tenemos quien nos consuele; y si llegan a hacerse graves mientras se manda un emisario a la parroquia que dista dos, tres o más leguas, a veces muere el enfermo con el desconsuelo de no tener a quien decir sus culpas.

El Señor del campo sale de su casa sin ningún aparato de grandeza que llame siquiera la atención de los infinitos espectadores que se ofrecen; y descansa muchas veces sobre una mesa mugrienta, en donde pasa la noche con la triste luz de un moribundo candil, inmediato al cerdo y pollino, y sujeto á las mayores y necesarias irreverencias.

No es esto conforme al extremado nexo de tantos Canónigos, que no salen de sus casas magníficas, sino en brillantes carruajes, y famosos Caballos.

¿Son para esto los diezmos? no son según nos dicen para mantener el culto, para que no carezcamos del pasto espiritual? ¿Y acaso queda cumplido uno y otro “…” el abandono en que nos tienen, у el desprecio con que nos tratan? si señor somos Católicos; pero no lo sabemos “…” Ministros que se comen nuestra sus “…” porque por ellos, hasta si hay Dios igualmente…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario