sábado, 15 de febrero de 2014

EL RELOJ DE LIBRILLA. (Una historia curiosa).


En Librilla, hay vestigios de asentamiento de los algares. Hubo una villa romana con agua corriente y ricos mosaicos.
La historia de su fundación, está sujeta a debate; los distintos historiadores, no se ponen de acuerdo. Pero en época árabe y según cuenta  el geógrafo Abū Abd Allāh Muhammad al-Idrīsī (1100 – 1165) en un tratado de 1.161, existía el castillo de Limbra-y-a. Según consta en los archivos de la diócesis de Cartagena, tenía tratamiento de Villa a mitad del siglo XV; unos 450 vecinos. Se consideraba vecino solo al paterfamilias; no a las mujeres, hijos, siervos o esclavos (hubo esclavos en Librilla durante varios siglos).
Como Villa que era, estaba amurallada y un gran barranco delimitaba la parte sur y uno pequeño la rodeaba.
Librilla contribuyó con soldadesca (lanceros y arcabuceros) a la conquista de Granada. Fue señorío del Marquesado de los Vélez.
Librilla ha pertenecido y pertenece al Partido Judicial de Totana. Diez leguas castellanas (una legua castellana: 4.600 metros) separan Totana de Murcia donde se encontraba la cárcel para penados. La “cuerda de presos”, hacía esta trayectoria en dos jornadas a pie (los guardias civiles a caballo) haciendo noche en Librilla. Los presos a los calabozos y la Guardia Civil a su cuartel.
Don Germán Mauricio Cortina, era abogado-procurador. Perteneció a la corriente modernista y fundó en Murcia tres revistas satíricas, siendo la principal y perteneciente a su último periodo: Don Crispín. Cuentan que don Germán estuvo desaparecido quince días por un artículo publicado en Don Crispín porque, si lo pillan, lo matan. Terminó sus días como cobrador de la contribución en Librilla a finales de los 50.
Fue alcalde de Librilla durante la dictadura de Primo de Rivera.
Como decíamos antes, la Villa de Librilla fue un importante enclave medieval. Pues el bueno de don Germán:
Mandó derribar la muralla medieval y el “Arco de la Villa”. No quedó vestigio alguno en superficie. Recordemos la corriente cultural de la época que fue el modernismo. La ciudad de Cartagena tiene varios edificios emblemáticos de la época y en Valencia según he visto, también. Recordemos que don Germán, era un hombre culto.
Lo que relatamos a continuación, es de transmisión oral debido a Blas López Munuera, alias: Virije. Hay otras versiones.
Pues contaba Virije que el que se emborrachaba, lo metían al calabozo. Al día siguiente, lo ponían a derribar muralla.
De las trincheras hechas para el paso del ferrocarril, había junto a la estación un montículo. Pues ese montículo, también con los borrachos, pasó a comunicar la plaza de la iglesia con  la calle de El Olmo.
Cuando don Germán todavía no había tocado las murallas, había un pequeño reloj en una torreta del ayuntamiento.
Durante el verano de 1931, se realizó la torre que hoy tiene el ayuntamiento.
Contaba Virije que el reloj de la torre, lo quitaron por viejo en una de las plazas españolas de Marruecos (no recuerdo si de Tánger o Tetuán). El reloj viajaba en una carreta que se rompió en Librilla y lo metieron en uno de los calabozos. Cuando la torre estuvo finalizada, se colocó este “nuevo” reloj en la torre. Esto corrió a cargo del polifacético Baltasar Espada, que entre otras cosas, era director de orquesta. En la terraza que corona la torre, hay dos campanas: una para los cuartos y otra para las horas. Estas campanas, son semiesféricas.
Fui el relojero algunos años. Llevándolo bien engrasado y manipulando el péndulo, llevaba la hora en punto; eso sí, había que darle cuerda cada 24 horas. Hoy, el viejo reloj, está exhibido en la Biblioteca Municipal y en su lugar hay uno electrónico.
En la torre de la iglesia, hay cuatro campanas; una en cada arco. Siendo cura párroco don Manuel Guzmán Iniesta, se le puso volteo mecanizado así como los toques que se hacían pulsando un botón desde la sacristía. Uno de los curas que vinieron después, mandó las campanas a un taller a fin de que fueran afinadas. Le pusieron un control electrónico para los toques a los distintos actos religiosos; también daba a las 12 del mediodía el toque del Ángelus.
Ocurrió que el reloj del ayuntamiento estuvo averiado unos años y, las horas las daba la torre de la iglesia que nunca tuvo reloj.

Ahora, da las horas la torre de la iglesia y el reloj del ayuntamiento. Pero… con un minuto de diferencia. Para que el Ángelus sonara a las 12 en punto, el toque de los cuartos y horas, va un minuto adelantado. El reloj del ayuntamiento, da los cuartos y horas en punto. Pues el toque de las campanas semiesféricas del ayuntamiento, es mucho más bonito que las de la iglesia. 

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