lunes, 24 de agosto de 2015

Mayo de 1977. (Lo que no salió en el Telediario).

LIBRILLA (CRÓNICAS DE UN PUEBLO).
Mayo de 1977. (Lo que no salió en el Telediario).
Pasaron muchos años en que Librilla era el semáforo de Europa. De Alcantarilla a Librilla, hay 14 km. Un día llega la pareja de motoristas a la variante de Alcantarilla y ven que hay retención de vehículos, piensan que hay un accidente y salen adelantando a la cola de estos y llegan a Librilla sin que hubiera ningún accidente; era la retención del semáforo. En la otra dirección, la cola sobrepasaba Alhama de Murcia (7 km a Librilla). No hubo más remedio que cambiar la ubicación de los feriantes y suprimir la procesión del santo; también se suprimió la Semana Santa.
Juan José Rubio Balsalobre, era mi tío. Como trabajaba para el Ayuntamiento como “manitas” por las calles, era muy conocido y querido en el pueblo, le llamaban: “Juan el de las calles”. Un camión que perdió los frenos frente al ayuntamiento, se cobró la vida de mi tío que iba en bicicleta. Era finales de mayo de 1977. Los muertos en la travesía de la N340 por Librilla, eran cuantiosos; para levantar a la población, nada mejor que Juan que era muy querido. El día y la noche de aquel fatídico día, hubo una serie de personas (casi todas socialistas) que fueron por las casas llamando a la movilización coincidiendo con el entierro. Se iba a cortar el tráfico en la travesía. En principio, dijeron que era un “entierro de parada” en la que los que portaban el féretro, daban tres pasos muy cortos y se hacía el relevo; en más de una hora, no se había avanzado 100 m. Mi pobre tío Antonio estaba destrozado; lo llevaba cogido para que no cayera. Los posibles accesos alternativos a librilla, habían sido levantados.
Al mando de la dotación de la Guardia Civil, estaba el teniente de la Línea de Totana un tal Campos. Por teléfono, pidió la presencia de los antidisturbios. Un guardia civil que se llama Juan Barquero Rivas, medió en el asunto, le dijo a los cabecillas: “Cortad el tráfico y que no pase nadie, pero dejar a esta familia que entierre a su padre”. Lo hicieron. Nosotros seguimos con el entierro y el pueblo entero se echó a la calle; había mujeres con sus carros con el niño, otros niños un poco mayores jugando al fútbol en la carretera y el autobús de línea Lorca-Murcia, parado en el semáforo frente al ayuntamiento. El autobús y sus pasajeros, pasaron más de 4 horas en el semáforo.
La reivindicación era: “Que venga el Gobernador y se comprometa ante el pueblo en hacer el desvío”. El Gobernador era el periodista Federico Gallo y según su oficina, estaba en Madrid. En su lugar, venía el secretario.
Como la cosa era bastante seria, se desplazó a Librilla el capitán de la Guardia Civil de la Compañía de Lorca; se hizo cargo del mando. Un grupo pequeño de antidisturbios estaba en la casa-cuartel de Librilla y el grueso del grupo estaba en la Cañada Honda; a un kilómetro del pueblo. Los concentrados, no vieron a los antidisturbios. El caso es que los ánimos estaban muy caldeados y podría suceder que algún guardia civil cayera por el barranco. A un motorista casi que le ponen una corona de flores como a los que ganan en un circuito; sin bajarse de la moto y blanco como la harina, dio la vuelta y se largó.
A eso de las tres y pico, llegó el secretario del gobernador; la carretera ya llevaba cortada cuatro horas. Quería llegar en el coche hasta la puerta del ayuntamiento; y le dijeron: “¿No sabe usted que está la carretera cortada?”. Entre abucheos, llegó al ayuntamiento a pie. Desde el balcón del ayuntamiento, se comprometió en que la adjudicación de la obra se haría durante ese año. El capitán de la Guardia Civil había manejado muy bien la situación y pidió a los congregados que dejaran libre la carretera. Cosa esta que hicieron. El capitán, fue aplaudido.
La primera vez que se colocaron las estacas de delimitación del desvío de Librilla, fue en 1951. La segunda vez y variando el trazado, unos años más tarde. En las dos ocasiones se llevaba por delante un bancalón de Manuel Augusto García Viñolas, que era por entonces Director General del NO-DO. El proyecto llevaba años amontonado polvo de estantería en estantería. A consecuencia del corte de carretera, salió a la luz; eso sí, sin pasar por el bancalón de García Viñolas. El padre de García Viñolas, era un sastre de Murcia al que tocó la lotería; compró una finca muy cerca del casco urbano de Librilla y en ella hizo un caserón, el pueblo la llamaba: “Casa del sastre”. A Manuel Augusto no gustaba esta denominación y la llamó: “Campo de doña Vicenta” (su madre). En la actualidad y gracias a los del pajarraco, el paraje se denomina oficialmente: “Campo de doña Vicenta”. Este tío que pudo hacer mucho bueno por Librilla, solo le causó daño.
En abril de 1980, se abrió al tráfico el desvío. Después vino la Autovía del Mediterráneo (creo que en 1993).  

Con el desvío hecho, volvieron las fiestas a lo suyo y se restableció la Semana Santa. 

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